viernes, enero 22, 2010

Alimentación animada

Lluvia de albóndigas, delirante título para una brillante producción animada. La cinta, que parte de un relato original de Ron Barrett, se beneficia de los talentos de Phil Lord y Christopher Miller, quienes cuentan en su haber con la serie animada Clone High, para la Mtv, amén de haber estado detrás de algún que otro episodio de Cómo conocí a vuestra madre, sitcom a la que jamás he prestado atención, pero que en nuestro país cuenta con una parroquia bastante fiel. Por cierto, que Miller también coescribió y codirigió la innecesaria y estúpida Shrek Tercero, lo cual me hace sospechar que el tipo no es la parte mejor dotada del tándem Lord-Miller. Pero volvamos a Lluvia de albóndigas. La película, que funcionó correctamente en la taquilla USA, luce un excelente cuerpo animado que nada tiene que envidiar a las producciones más punteras del momento; no en vano estamos hablando de un film con un presupuesto de cien millones de dólares, y es que ya se sabe que los yankees no escatiman en gastos a la hora de poner en pie sus películas. El resultado, una virguería a todas luces sobresaliente, es especialmente recomendable en su versión 3D, tan de moda últimamente. Sin exagerar: de lo mejorcito del pasado 2009.

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sábado, enero 02, 2010

Entrevista: Joaquín Lloréns, autor de Citas Criminales

por Félix Ruina
Bilbaíno de nacimiento y erotómano de pedigrí, explosiva combinación, Joaquín Lloréns debutaba recientemente en lo literario con Citas Criminales, honesto y ameno homenaje al género detectivesco y alrededores. Con esta primera obra, el autor nos invita a ser testigos de excepción de un vertiginoso viaje: el de la intrépida e irreverente Beatriz Segura, investigadora con madera de femme fatale, a través de una geografía mallorquina cubierta de cadáveres.
Citas criminales es tu primer trabajo, pero anteriormente ya habías quemado naves publicando relatos cortos en revistas literarias como La Bolsa de Pipas. ¿En qué momento decidiste ponerte a escribir esta primera novela?
Más que de un momento, podríamos hablar de una crisis, la de los cuarenta. Al llegar a esa edad siempre hay terremotos emocionales. En mi caso, al hacer repaso de los últimos veinte años, vi que había arrinconado las ansias de creación literaria, imbuido por el trabajo y el bienestar económico de mi familia, así que decidí dedicar gran parte de mis energías a lo que realmente deseaba desde mi juventud: crear literatura. Comencé a escribir y publicar artículos en revistas culturales y relatos como los que citas, pero mi deseo era escribir una novela. Si tuviera que hablar de un momento en el que decidí ponerme a escribir la novela, sería el siguiente: un paseo por la playa de Cala Agulla en septiembre de 2005, acompañado por mi esposa. Yo le hablaba una vez más de esa pulsión por escribir. Entonces ella me espetó: ¿Y por qué no haces una novela sobre la detective licenciosa de la que siempre hablas? Recogí el guante metafórico y me dije: Pues sí, la voy a escribir.
¿Por qué una detective, en vez de un detective? ¿Y por qué licenciosa?
No nos engañemos. Es muy difícil escribir algo nuevo de verdad a estas alturas. Hombres detectives han surgido a centenares, si no miles, desde que Poe escribió “Los Crímenes de la calle Morgue”. Yo buscaba algo menos trillado y, sobre todo, algo que me obligara a inventar y un personaje con el que disfrutara viajando por las páginas. Creo que la literatura es creación. La habilidad y maestría en recrear situaciones vividas, analizar la psicología de las atmósferas sociales, ser un artesano de las palabras y la ortografía, no es mi leitmotiv. A mí lo que me pone es partir casi de cero e imaginar algo que no existiera antes, y el crear a una mujer era un punto de partida magnífico. Además, la mente de la mujer siempre me ha parecido fascinante y más compleja e interesante que la del hombre. Respondiéndote a la segunda pregunta, lo de licenciosa fue porque quería provocar un poco y porque ellas son así ahora. Han pasado por encima del homo sapiens y en occidente han abandonado la sombra y tomado el protagonismo que antes evitaban. Antes ya sabían que su sexualidad era un arma de poder, pero lo usaban básicamente en la intimidad de la alcoba. En este nuevo milenio, alardean del control de su armamento y lo usan con el desenfado con el que un adolescente congoleño dispara con el Kaláshnikov que acaban de poner en sus manos. Mi intención era mostrar una mujer actual: conoce su poder de seducción y, cuando lo considera pertinente, lo usa sin el más mínimo recato, sin remordimientos. Con algo de ironía, diría que pocas cosas en esta vida hay más satisfactorias que disfrutar de tu trabajo, y Beatriz lo hace en más de un sentido.
Supongo que gran parte del público masculino estará encantado con este personaje femenino que has creado; tiene mucho de fantasía sexual. Pero ¿piensas que el público femenino se identificará con Beatriz? Seguro que algunas lectoras dirán: "Oh, ¡esta novela tiene demasiado sexo!"
Pienso que muchas sí pueden identificarse. Las mujeres, igual que los hombres, tienen fantasías sexuales. Es más, estadísticamente, cuando hacen el amor, los hombres tienden a basar su excitación en lo físico, mientras que ellas usan sobre todo la imaginación y la fantasía. En cualquier caso, a estas alturas, casi todas las mujeres han abandonado la falsa mojigatería y el sexo no las asusta. Además, en realidad la novela no tiene tanto sexo, sino que el que tiene es quizás un poco más explícito que en la mayoría de las novelas negras y policíacas. Pero es parte del riesgo que asumo, y me divierte. El que el sexo se vea desde la óptica de la protagonista es un guiño cómplice a ellas. En fin, creo todo lo contrario, que muchas mujeres pensarán: “¡Por fin alguien se atreve a poner en blanco y negro el enfoque real femenino sobre el sexo!
Volviendo a la novela, ¿cómo nació exactamente Citas Criminales? ¿Tuviste siempre claro que estaría protagonizada por un personaje femenino?
Como te he comentado, hacía tiempo que me revoloteaba la idea de crear una detective menos académica de lo normal; que sus habilidades fueran menos un intelecto prodigioso, como sucede en la novela policiaca clásica desde Poe o Wallace, y más fruto de la intuición, de la perseverancia, de la osadía y del uso de su condición de mujer hermosa como una herramienta más, que creo que el lector de hoy en día sí lo ve como algo realista. Y sí, siempre pensé que sería una mujer. Dicen que la primera novela de casi todos los autores tiene mucho de autobiográfico. Yo no quería caer en ese pecado, aunque sí en otros. Y no hay mejor manera de evitar lo autobiográfico que ponerte en la piel de una persona del género opuesto.
¿En qué momento supiste que la acción iba a desarrollarse en Mallorca?
Desde el principio. Aunque no quería que fuera autobiográfica en absoluto, sí pensé que basando la trama fundamental en Mallorca conseguía varios objetivos. De un lado, el conocimiento en primera persona de los lugares geográficos, y casi diría psicológicos, donde transcurriría la acción permitiría que el entorno, al ser real, reforzase la atmósfera realista de la novela. Y es que, a pesar de que el argumento es inventado de principio a fin, quería que fuera creíble; que cualquier lector que lea la novela piense que algo así puede haber pasado o pasar en el futuro. Por otro lado, es un pequeño homenaje a Mallorca, mi tierra adoptiva. Y por último, al transcurrir la acción en bares, hoteles y otros lugares que existen, me permitía crear un último juego cómplice con los lectores, especialmente con los mallorquines: cambiando los nombres reales por otros que tienen algún tipo de relación, les invito a que intenten averiguar el lugar real donde transcurre cada una de las escenas. Aunque no lo pongo difícil. En cada capítulo hay una fotografía que, aunque filtrada, fue realizada en el lugar de los hechos.
280 páginas no son pocas, y tampoco es precisamente sencillo parirlas. ¿Cómo ha resultado la experiencia de construir esta primera novela? ¿Te costó mucho darle forma?
La experiencia resultó muy intensa, casi embriagadora y a veces obsesiva. Frente a muchos escritores que cuando toman el teclado ya tienen un esquema completo de cómo va a surgir, desarrollar y concluir, a mí me gusta partir de una idea, que, para entendernos, sería el nudo de la historia. El comienzo y el final los prefiero ir desarrollando sobre la marcha, lo que resulta mucho más entretenido y sorpresivo. Da mucho más trabajo, pues cuando la acción me va llevando al desenlace, me encuentro muchas veces con que parte de lo relatado hasta ese momento resulta incongruente, con lo que hay que rehacer parte de lo ya escrito. Y sí, en Citas Criminales, el trabajo fue ímprobo. Durante varios meses, la novela ocupaba mucho tiempo al día mi mente y pasaba horas y horas pensando en cómo encajar todas las piezas del puzzle que iba creando. Aún recuerdo un sábado por la noche, tomando una cerveza a solas en un bar de Cala Ratjada, El Mallorquí, que es cuando toda la trama encajó en mi cabeza. Además, en una primera novela, uno no sabe si va a ser capaz de culminarla y si el resultado va a ser, al menos, digno.
Con la novela terminada en la mano, ¿sientes que el resultado está a la altura de los objetivos iniciales?
En líneas generales, sí. En una primera novela el principal objetivo es que te publiquen. Si lo consigues, no te puedes quejar. Sí hay cosas que, viendo la edición, hubieras cambiado. Es un primer paso y me he tomado unas libertades y unos riesgos que despiertan y despertarán críticas. La estructura y algunos pasajes son arriesgados o, para entendernos, poco académicos y comerciales. Pero ese riesgo, o lo hacía en la primera novela o nunca lo podría hacer. Si ya tienes un nombre en este mundo literario, salirse del tiesto es anatema. En general, los comentarios han sido positivos. También ha habido alguna crítica, pero el balance es positivo. Esta es una carrera de fondo, y la primera vuelta al circuito creo que no ha batido el record de la distancia, pero las sensaciones son muy buenas.
Me contaste que Beatriz Segura contará con nuevas aventuras. ¿De dónde sale la idea de concebir toda una serie para tu detective?
Cuando me planteé escribir una novela, partí del personaje. Beatriz ya vivía en sueños conmigo desde hacía mucho tiempo. Pensé que merecía mucho más que una novela; que era mucho más interesante crear un personaje cuya psicología fuera desarrollándose a lo largo de varios libros. Creo que ningún personaje puede quedar perfectamente desarrollado en un único relato. Le faltaría la percepción real del tiempo, el transcurrir de sus variadas circunstancias y las del escritor que lo crea. El desarrollo de una serie me permitiría una serie de juegos a futuro que me atraía. Aún no creo estar preparado para escribir una novela redonda en sí, ya que me exigiría un número de páginas difíciles de tragar a cualquier lector normal, pero espero algún día intentarlo bajo el leitmotiv de la muerte.
¿Deseas añadir algo a todo lo anterior?
Me gustaría que Beatriz saltara desde sus páginas y, poco a poco, novela a novela, tomara posesión del mundo real. Que sus lectores vayan incorporándolo a ese ángulo agudo del cerebro donde lo real se yuxtapone a lo subconsciente. Que vayan haciendo de ella parte de su vida y de mí un mero biógrafo de la misma. Que el día que yo desaparezca, Beatriz Segura sobreviva.

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