Como un Yeti de pene monolítico

En la calle hace tanto frío que cuando he llegado a casa me he sacado el esqueleto para dejarlo encima de la estufa a fin de que entre en calor,porque este tiempo se filtra hasta el tuétano,corta las fosas nasales al respirar,torna el semblante en máscara azulada de no muerto y resulta un castigo capaz de hacer que a uno se le caigan los cojones al suelo.No exagero.Ahora que lo pienso,no sé cómo pude el sábado pegar aquel polvo salvaje en plena playa,a medianoche,con el culo sobre la arena fría y un condón que no hizo más que darme problemas.Se entiende que cuando uno se encuentra con una hembra de primera a horcajadas sobre la pelvis candente y amenazado por unos cimbreantes y gloriosos senos que le apuntan al rostro,el frío,por siberiano que sea,queda relegado a segundo término y lo único que importa es disfrutar del momento,dejándose llevar por ese orgasmo vehemente que se convierte en arrebato,arrancando suspiros y jadeos.Justo en lo que he pensado cuando me he encontrado esta tarde con Y,ex lolita recién salida de la adolescencia que cuando apenas contaba con quince años me negó un beso alegando que no quería tener novio,que aquello le sonaba a cosa de mujeres y ella era aún demasiado joven.Ahora,ya entrada en la edad legal,sigue robándome el sentido inesperadamente con esos enormes ojos marrones ,coronados por unas pestañas infinitas que me mueven al deseo,y unos adorables labios aún inexplorados por los míos que necesitan ser besados con urgencia.Qué bonita y deseable.Si ella supiera las indecencias que cruzan por esta cabeza llena de pájaros cuando la miro...