domingo, enero 25, 2009

Australia

Todavía estoy haciendo la digestión de las casi tres horas de Australia. Ya saben que me cuesta un disgusto sentarme en la butaca de un cine para tragarme estos metrajes próximos a lo interminable que algunos directores se empeñan en arrojarnos. En comparación, el impacto de un ladrillo en nuestros cráneos sería mucho más agradable. Por supuesto, mientras redacto esto no puedo evitar pensar en El Caballero Oscuro, que duraba unos 152 minutos y lamentablemente perdía gran parte de su credibilidad en un, por momentos, imposible tercer acto. Y que los fans de la película dejen de hablar de "realismo", por favor. Gracias.
Volviendo al doloroso visionado de Australia, la última película de Baz Luhrmann es la más reciente prueba de que algunos directores no saben podar sus kilométricos retoños. Sin exagerar, la cinta podría ahorrarse sin problemas una hora de metraje y no pasaría absolutamente nada. No entro ya en la tortura que supone soportar a Nicole Kidman, cuya carrera perdió el norte hace ya bastante tiempo, durante casi casi tres horas. Menos mal que el talentoso Hugh Jackman, próximo presentador de la ceremonia de los Oscar, está por ahí suelto y dispuesto a dar algo de color al último tinglado cocinado por el director de Moulin Rouge. Eso y que los aborígenes molan mogollón, claro.

1 comentarios:

Blogger Enriqueta ha dicho...

A éste le faltan potajes.
Un saludo ruinoso

2:28 p. m.  

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