Las polillas nos comen
Lo malo de darle vueltas a la vida de uno, y a veces eso puede llegar a hacernos sentir muy miserables, es que en ocasiones se acaba pensando en más tonterías de lo habitual. La otra noche, sin ir más lejos, estuve fantaseando con las ventajas de ser monstruo de cine, la cantidad de dinero que puede llegar a ganarse dejándose enterrar bajo capas y más capas de maquillaje. Podría intentar serlo caso de existir una tradición firme de cine fantástico en España (y no cuento a Naschy porque no estoy hablando de la prehistoria), pero no es el caso. Lamentablemente, nuestros productores prefieren continuar arrojándonos a la cara comedias casposas y películas de época. La última película española de género que me fascinó fue El Espinazo del Diablo, pero ¿quién la dirigió? Guillermo del Toro, realizador mexicano,de plena actualidad gracias a ese Hellboy del que ya hablaré. Sigue sin apostarse por el producto de género, y no me valen las producciones de la Fantastic Factory. Que haya tenido que venir un realizador extranjero a levantar un proyecto exclusivamente dedicado al cine fantástico es poco menos que vergonzoso, aparte de que Yuzna no está en nuestro país sino para hacer su particular negocio. Puede que haya contado con ideas y jóvenes realizadores de aquí, pero eso no ayuda a que los productores patrios abran los ojos y decidan invertir su dinero en producir películas de géneros aún inexplorados en nuestra geografía (y obras como Beyond Re-Animator no ayudan a que éstos se decidan, ¿verdad?). Vale, ¿y qué hay de Alex de la Iglesia?, diréis algunos. Bueno, Alex firmó cintas como Acción Mutante o El Día de la Bestia, pero ello no hizo que el género fantástico se afianzase en nuestro país. Bien, ¿y Tesis, Abre los Ojos o Los Otros? Por supuesto que las tengo en cuenta, nadie las olvida, pero no sólo de Amenábar vive el hombre. Todo eso está muy bien, pero no es suficiente. ¿Dónde están los Carpenter o Cronenberg españoles? ¿Dónde cineastas con inquietudes similares a Lynch o Spielberg? ¿Por qué no un Elm Street o un Die Hard a la española? Por ahora no veo nada parecido por ninguna parte. Nuestro cine sigue oliendo a naftalina, y eso es muy triste.
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