Buzón de entrada vacío

Veronique está sobre la cama pintándose las uñas, hablándome de sus experiencias con los hombres. Hace un momento me estaba contando todo lo que hizo a los quince años y ha seguido con los 16 y los 17 y así sucesivamente hasta llegar al momento presente. Ahora tiene 27 y me cuenta algo sobre su último ex, que resultó ser una prímula histérica encubierta por una apariencia de masculinidad sin tacha, lo que nos lleva a hablar sobre las apariencias y cuanto de ellas se dice. Bueno, en realidad es ella la que habla mientras yo me limito a escuchar vagamente y asentir de manera automática, pues llevo aproximadamete media hora de reloj sobrevolando la estratosfera a pesar de encontrarme repantigado en la butaca junto a la cama en la que ella sigue arreglándose y hablando sin parar. No hay mensajes nuevos en el móvil y eso me hace pensar en que es una lástima que las cosas hayan acabado inesperadamente y de una manera tan triste. Veronique se pinta los labios con un color nuevo. Está muy guapa esta noche con las pinturas de guerra.