PEQUEO, su procedencia

En el post de ayer aparecía PEQUEO, el little hombre de las nieves de Saturno. Que no sé yo si hay nieve o no por allí arriba, pero el apodo me pareció cariñoso y ahí sigue. Este post es por que ustedes lo han querido. No es que en mi vida de a pie aparezcan entrañables bestias alienígenas cuando me pongo triste en los aviones, sino que es algo que sucede continuamente. Lo juro.

PEQUEO es en realidad el último nativo de PEL-OS III, un satélite más bien roñoso que orbita alrededor de SKIMOL TWIST, planeta gemelo de KENDROL TWIST. Todo esto anda a no sé cuántos años luz de aquí, muchos. Para que se hagan una idea: la hostia de lejos. Estos planetas son entidades vivas que se caracterizan por un hirsutismo que recubre sus superficies. Es como si cogemos nuestro planeta y le ponemos pelo; les aseguro que si imaginan la estampa se acercarán a lo que les cuento. El asunto de estos planetas no se queda ahí, aún hay más. Cada 30 años, exactamente el tiempo que dura el cortejo previo al apareamiento, los globos gemelos culminan este proceso único en el universo conocido con un necesario ayuntamiento. Sus gigantescos órganos sexuales se abren paso a través de todo ese pelo que impide vislumbrar sus geografías desde el espacio, produciéndose a continuación una cópula fantástica. Esto da pie a seismos inimaginables y perjudiciales para los seres vivos que aún quedan por allí, y digo esto porque una de estas cópulas fue causa de la desaparición de los pelonitas. Pobres pelonitas. Si el amor mata, aquí queda demostrado perfectamente. Tras el clímax SKIMOL Y KENDROL se sumergen en una especie de letargo indescriptible que borra de sus memorias lo sucedido. Pura amnesia interplanetaria. Entonces los planetas gemelos vuelven a conocerse y el proceso explicado se repite, ad infinitum. Puede que esto sea algo incestuoso, pero ¿por qué omitir detalles?
PEQUEO, que en realidad se llama SLEEH REVO DAEH, se encontraba explorando la galaxia cuando la última cópula que sufrieron los pelonitas acabó con todo. Su afán explorador le salvó de una muerte segura. Cómo le conocí es algo más complicado de explicar, pero básicamente me rescató de un episodio que no estoy seguro de si deseo contarles, no de momento. Ahí se forjó nuestra amistad. Y no, PEQUEO no es un amigo imaginario: es REAL. De tamaño indeterminado, según tenga el día , su cuerpo está recubierto por un pelaje que cambia de textura y color según la estación, adquiriendo dureza o suavidad y tonalidades imposibles a lo largo del año. El beige con moteado vacuno le queda de miedo, pero últimamente ha entablado amistad con el ANDROIDE TEÑIDO y hay un movimiento de colores que da gusto.