¡Vive!¡Vive!

Bueno, pues parece que esto vive de nuevo. También yo sigo vivo tras pasar la tarde de ayer jodido, y bien jodido, gracias a otro de mis maravillosos dolores de cabeza, y todo por las butacas del cine al que fui a ver El Secreto de los Hermanos Grimm, la nueva película de Terry Gilliam. No es Time Bandits, Brazil, ni Las Aventuras del Barón Munchausen, pero vale la pena verla. La picaresca de los Grimm, el bosque encantado, el lobo volador, y ¡esa chica guerrera! Además, que no todos los días se tiene oportunidad de reunirse con uno de los creadores más grandes que ha dado la historia de la cinematografía mundial, del arte, incluso, porque Gilliam es, indiscutiblemente, un artista gigantesco. Tideland, su nueva obra, rodada mientras se tomaba un descanso antes de finalizar sus Grimm, podrá verse en el Festival de Cine de San Sebastián, el cual dio ayer inicio. Así que si están cerca y tienen ocasión, véanla, y luego me cuentan sus impresiones.

Y a la salida del cine, el dolor de cabeza. Dolor que a lo largo de la tarde evolucionó hasta convertirse en una horrible sensación de agotamiento y enfermedad. Tentado estuve de dejar hecho testamento. Y lo peor de todo: ella no estaba a mi lado.