Compartir es vivir

Antes de coger el avión de regreso a esta maldita isla-prisión he convertido a C en un hombre elegante. El viernes tiene una entrevista de trabajo y bajo ningún concepto podía permitir que se presentase allí de cualquier manera. Me ha costado sacarlo de casa, pero al final lo he arrastrado por las mejores tiendas de moda del circuito de lujo capitalino.

Darle buen uso al dinero, cuando lo tengo, es una de mis principales máximas, y eso ha sido precisamente lo que hoy he hecho. Vaya por delante que soy alguien que viste con extremada sencillez, sin darle mayor importancia a mi atuendo. No me gusta lucir marcas y tengo una insana predisposición por disfrazarme, pero nada de esto es incompatible con el buen gusto, una de mis virtudes que, no sé por qué, me empeño en mantener oculta. Además de eso llevo tanto años leyendo publicaciones de moda y tendencias que perfectamente podría dedicarme a dar ponencias sobre el tema, y puedo asegurarles que serían muy divertidas. Volviendo a lo de antes, me he quedado más tranquilo desembolsando una nada despreciable suma en poner a punto a mi buen amigo C para que el viernes deslumbre con su presencia al incompetente que le entreviste. Por supuesto, no me he olvidado de tener un detalle con su encantadora novia: algo de lencería íntima para que animen sus veladas eroticofestivas.