Veronique, con el cine español

Os hablo hoy de SOMNE, de Isidro Ortiz (Fausto 5.0), que no se trata de una secuela de HIPNOS, aquel fallido horror, por más que algunos insistan en lo contrario. Lo que aquí tenemos es una de neurólogas en apuros y experimentos raritos que, en manos de un director competente y un reparto digno, hubiera alcanzado la categoría de producto aceptable. Pero no....

Por una vez, y sin que sirva de precedente, debo decir que la culpa del desaguisado no es de sus guionistas, Cristóbal Garrido y David Alonso, autores de la tan denostada y desasosegante Más de mil cámaras velan por tu seguridad (David Alonso, 2003). Por extraño que parezca, el guión de SOMNE reunía suficientes elementos de interés como para dar lugar a una, como mínimo, agradable intriga, pero, ¡lástima!, se hunde gracias a una lamentable labor de dirección y un reparto que parece pedir a gritos un fusilamiento al amanecer...

Mucho se ha hablado de la interpretación de Goya Toledo en SOMNE, y si bien es cierto que mejor sería que se dedicase a lucir modelitos en las páginas de sociedad, no lo es menos que el resto del reparto está incluso peor. No se libra ni Nancho Novo, actor que parece obcecado en destruir su carrera dejándose ver en lo primero que le sale al paso. También es verdad que en ocasiones reluce como un diamante en bruto en cosas como Astronautas, de Santi Amodeo . No es el caso.

Pero si algo horrible tiene esta película es la ¿interpretación? de ese chico, tan de moda en nuestro cine, llamado Óscar Jaenada, un auténtico globo de aire, una amenaza interpretativa en ciernes que en nada nos deleitará ¿interpretando? a Camarón de la Isla en el biopic que sobre el artista ha realizado Jaime Chavarri. ¿Pueden imaginarlo? Jaenada está tan mal en SOMNE que si los productores se planteasen seriamente eliminarlo del montaje, la película ganaría en dignidad artística...

Veronique.