Caótico Medem

Por Veronique Cruz

Caótica Ana, lo último de Julio Medem, sólo puede ser considerada, más allá de sus valores cinematográficos, caso de tenerlos, como una de esas experiencias artísticas al límite que arriesgan tanto que se dan la hostia. Tras su polémico documental La Pelota Vasca, y ya han pasado cuatro años desde aquello, el realizador vasco regresa a la ficción con la que indiscutiblemente es su película más libre, arriesgada y soporífera.

En lo que seguramente ha sido, o eso parece, un arrebato desaforado de creatividad, Medem ha parido el que es, con diferencia, su peor trabajo, y muy probablemente uno de los peores que se han firmado en los últimos años dentro de los límites de nuestra cinematografía. Aterradora mixtura entre la película de reencarnaciones y el manifiesto político, Caótica Ana logra con creces pillar por sorpresa al espectador incauto que no imagina lo que le espera en la sala de proyecciones: un despropósito insondable que hace que el peor insulto a la inteligencia resulte inofensivo en comparación.