Las lecturas poéticas me la ponen dura

Ayer se conmemoraban 2 años de El Último Jueves,una iniciativa cultural que sigue vigente y con visos de prolongarse en el tiempo,y que dure,parida por tres talentos literarios autóctonos como son Román Piña,Antonio Rigo y Emilio Arnau.La primera vez que asistí a El Ultimo Jueves descubrí de mano de Rigo,ese poeta que hace bocadillos en el mítico bar Moka de Palma, a La Generación Beat,un regalo que nunca podré agradecerle lo suficiente.Ayer,en fecha tan señalada,la cita era obligada y necesaria;se trataba de una celebración,y esas cosas es delito perdérselas.

Confieso que no sólo voy porque me gusten las lecturas poéticas,y es que existe un acicate de peso para mí:la cantidad de mujeres que uno puede ver reunidas en esta clase de eventos de corte cultural.Para mí supone un placer observarlas embebidas en los versos recitados,adoptando gestos casi orgásmicos,ciertamente excitantes,algo que merece ser visto y,a ser posible,fotografiado.Cuando entran en esa fase de éxtasis,todo un trance,están preciosas.Desgraciadamente también hay hombres,la mayoría de aspecto pseudointelectual y luciendo poses indolentes,y es que uno,como podrán ustedes advertir,tiene espíritu acaparador.

Anoche,Rigo,como de costumbre,leyó algo de su amado Robert Graves,acompañado por la imprescindible viola de Chus,otro entrañable personaje.Cuando este fulano lee lo hace con tal vehemencia que parece que esté arengando a las masas,invitándonos,cual Aragorn,a entrar en batalla para diezmar a las oscuras fuerzas de Sauron.Y la pinta de pirata le acompaña.Es mi momento favorito de cada nueva edición de El Último Jueves.Para mi solaz,pude compartir conversación,risas y sofá,bien arrimadito,sí,con una chavala a la que veo mucho,siempre,por allí,propietaria de una mirada que me arrebata,literalmente.Un encanto de tía que me tiene seducido.La madre que la parió.