Cayetana, dama marciana

Sitúense: Versión Española. Tras el pase del archipremiado cortometraje de Nacho Vigalondo, Cayetana Guillén Cuervo hace un lamentable intento de cantar la canción que le da título. Anima al joven cineasta a que haga lo mismo, pero éste, no sé si con el terror circulando por su torrente sanguíneo, se desmarca por la tangente alegando que la presentadora ya lo hace muy bien y no desea interrumpirla. La presentadora, de eso quería hablarles, pero sin extenderme demasiado, que tampoco es que valga demasiado la pena.

Cayetana, antes de pasar por maquillaje

Cayetana Guillén Cuervo no sólo es una muy mediocre actriz, sino un lamentable conato de presentadora. La chica se esfuerza en dar una pátina de sapiencia cinematográfica a cada una de sus intervenciones, evidenciando en el intento sus múltiples discapacidades psíquicas, por no hablar de la verguenza ajena capaz de suscitar en el espectador medio. Y encima tiene la cabeza gorda. Muy gorda, si tenemos que ajustarnos a la realidad, tanto como la de uno de esos ninots valencianos que arden cada año en época de fallas. En mi enferma imaginación, ella, convertida en improvisado ninot humano, arde sin indulto posible. Ésta es una de esas fobias personales que soy incapaz de superar, y bueno, les confieso que el resto de líneas son sólo un pretexto para decir que la chica es algo cabezona. Muy cabezona. Verla en acción constata, y dudo que exista sujeto mejor para el ejemplo, que un cráneo excesivamente grande no alberga necesariamente un cebrebro privilegiado. Pues eso, que menuda cabeza.