Drácula, el mito degenerado

Con películas como El Kibris: la ley del equilibrio, de próximo estreno, los profesionales de la industria pueden descansar tranquilos. No pienso extenderme contándoles el argumento,pero les daré una pista: Pepe Sancho es DRÁCULA. En serio, DRÁCULA, el de toda la vida. A partir de ahora ya podemos decir que Bram Stoker, Christopher Lee, Coppola y Pepe Sancho están unidos por un vínculo que, si bien no es consanguineo, no deja de ser un lazo de sangre. Porque, ya saben, los vampiros se nutren de ella, es de vital importancia para su supervivencia. Así que justo cuando estábamos convencidos de que la supervivencia de Pepe Sancho estaba estrechamente ligada al alcohol, resulta que combina esa necesidad con otra no menos importante como pueda ser la búsqueda del caldito de la vida. Dios, ¿de dónde me he sacado esa metáfora? En cualquier caso, ya sea por una u otra razón, Pepe Sancho empina el codo. Ahora bien, y lo que viene a continuación son un par de dudas a nivel existencial: a/ Si Pepe Sancho se alimenta de sangre, ¿de la de quién? ¿De la de María Jiménez? No es un secreto que a Pepe se le ha escapado alguna que otra vez la mano con la cantante, pero que encima la sangrase me parecería excesivo; y b/ si ahora resulta que Pepe Sancho es Drácula, ¿quién se supone que es realmente María Jiménez? Rafalet sostiene la teoría según la cual si Pepe es Drácula, la Jiménez sería Winona Rider, y tal como se están poniendo las cosas no me parece una idea tan descabellada. Y ahora miren la siguiente fotografía.

¿Drácula y Winona? Incluso los mitos degeneran

Puede que no tengamos respuestas sólidas a las cuestiones anteriores, pero de la visión de la anterior imagen se infiere una verdad absoluta: son un par de vampiros con ansia de dominación mundial. Y no es todo. Según nuestras pesquisas, actualmente existen en circulación 5.678 fotografías del actor, todas con un denominador común: el vaso de whisky, sin hielo. Pepe - ¿o deberíamos referirnos a él como Tío Pepe?- bebe, y bebe mucho. Bebe, tiene una mano voladora en propiedad, y ahora también gasta colmillos transilvanos. Todo esto nos lleva a una conclusión inequívoca, y es que estamos ante signos muy evidentes de ello: el Apocalipsis está aquí, es un hecho, amigos. Para acabar, y parafraseando a nuestro Pepe, sólo se me ocurre una frase memorable para cerrar la entrada de hoy: ¡A MAMARLA!