por
Verónica Cruz
Con
Luz de Domingo,
José Luis Garci reincide una vez más en su gusto por lo clásico, por la literatura española, por lo pretérito. Su nueva película parte de un cuento de
Ramón Pérez de Ayala que es un alegato contra el caciquismo que a principios del siglo XX aún imperaba en muchos pueblos de nuestra España.
Garci sigue muy en su línea, y enchufa la quinta por la vía del drama rural, pero sin faltar en las formas ese rollo bucólico que tanto le gusta, ese placer por la naftalina en que el director se recrea con cada nuevo trabajo. Tampoco falta la acostumbrada colección de cameos. Por otro lado, a nadie se le escapará ese posicionamiento de Garci por no volver con su cine a lo contemporáneo. Él sigue ajeno a las modas, instalado en su máquina del tiempo y rodando siempre lo que quiere y como quiere. Y no le faltan ni trabajo ni dinero para poner en pie sus proyectos.