
Hará cosa de tres años,
Travolta, bajo la eficaz dirección de un tal
Walt Becker, se anotó un éxito internacional con la tontorrona pero eficaz
Wild Hogs (Cerdos salvajes). Ahora, actor y director intentan repetir aquella suerte con
Dos canguros muy maduros (
Old Dogs), comedia destinada al consumo familiar, perfecta para la sobremesa ociosa; de esos títulos que al otro lado del charco facturan como churros y que aquí aún no hemos aprendido a levantar con la habilidad que se gastan en la patria del ubicuo
Obama. Para la ocasión, la estrella de
Pulp Fiction tiene como compañero de fatigas al inimitable
Robin Williams, luego el reclamo es doble.
Dos canguros muy maduros -inspiradísima versión española del título original- es la clase de cinta en la que un par de ases como
Travolta y
Williams aceptan participar por el cheque, la ausencia de esfuerzo dramático y, no lo duden, también por el puro placer de pasar unos días juntos haciendo el indio. Mi dentista, que es una señora con mucho criterio para esto del séptimo arte, salió encantada del cine, y eso sólo puede significar una cosa: la película funciona.