LLEVO UNA UZI AL CINE (y 2)
Todo este
asunto de los largometrajes interminables me brinda la oportunidad de contar en
la presente columna con invitados tan ilustres como Christopher Nolan y Peter
Jackson, quienes ya han comenzado a ofrecer menos de lo que prometían en sus
sensacionales inicios. El primero —un generador inagotable de haters sin desperdicio, estultos
defensores e improductivos debates— ha mostrado durante los últimos tiempos
una preocupante incapacidad para narrar historias que nos roben menos de un par
de horas de vida. Por otro lado, quizás habría que poner su talento en
cuarentena, sobre todo tras la insatisfactoria The Dark Knight Rises (2012), que será recordada como el épico paso
en falso de su aclamado realizador. Pese a todo, este no ha tropezado de
momento con un cepo similar al que debió de atrapar a Peter Jackson hace ya
algunos años. Para desgracia de quienes asistimos con entusiasmo a sus primeros
pasitos como cineasta, el hoy todopoderoso neozelandés se ha transformado en
una máquina expendendora de blockbusters tan
largos como innecesarios. Las dos primeras entregas de su nueva trilogía,
agotadoras y sin el menor asomo de sensibilidad artística, están ahí para zarandear
nuestras esperanzas cuando nos
preguntamos si existe alguna posibilidad, por remota que sea, de que Jackson
recupere la magia que exhibió en títulos como Braindead (1992), Heavenly
Creatures (1994) y The Frighteners
(1996).
Publicado en Scifiworld #71.
Etiquetas: autores, Batman, blockbusters, Christopher Nolan, Nolanismo, Peter Jackson
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