Mi historia con Bruce Willis

El amigo Bruce, tras un desafortunado encuentro con mi madre

Nada como irse a la cama para coincidir con estrellas de cine, o al menos es lo que a mí me sucede muy a menudo. Preferiría tener sueños húmedos de alto voltaje con más frecuencia, pero debo conformarme con esperar en el aeropuerto a un Bruce Willis extrañamente idiotizado que. nada más llegar, me hace partícipe de un descubrimiento que evidentemente le desasosiega. "Tu madre entra en chats gays", me dice entre susurros, con gesto afectado. Comienza a sonar la sintonía de Luz de Luna. No me digan que no es apasionante lo que acabo de compartir con todos ustedes.

Admito que mi madre es capaz de hacer cosas muy extrañas, pero no sé yo qué clase de satisfacciones podría encontrar en un chat gay, a saber. De todas formas, si algo así sucediera en la realidad, tampoco creo que me sorprendiese demasiado, pues no sería nada en comparación a los sucesos más o menos paranormales que esta mujer es capaz de provocar. Les contaría cierta anécdota con un árbol de Navidad, pero es demasiado fuerte, casi censurable, y dudo que me creyeran, por lo que prefiero dejarles con la intriga, que resultará siempre más inofensiva que el schock irreversible que la historia podría provocarles. Y no insistan, por favor. No les conviene conocer la verdad.