El Club de los Suicidas, de
Roberto Santiago, es una adaptación muy, pero que muy libre de la obra homónima de
Robert Louis Stevenson. A esta influencia de peso debe sumarse la no menos importante de
Fernando Tejero, su protagonista, y es que el guión de la película se nutre directamente, entre otras cosas, del desengaño amoroso que, durante el rodaje de
El Penalti más Largo del Mundo, tanto hizo sufrir al popular intérprete.
Roberto Santiago reincide en un tipo de cine ligero y orientado al gran público que hizo que su anterior película se convirtiese en uno de los éxitos de la temporada. No hay grandes pretensiones ni vanas ínfulas artísticas, lo cual es muy de agradecer, pero tampoco demasiado talento. Lamentablemente,
Roberto Santiago no logra explotar adecuadamente todas las posibilidades que su relato le ofrecía, obteniendo con su nueva cinta un producto que únicamente funciona en muy contadas ocasiones.
Respecto a
Fernando Tejero, quien tan inteligentemente decidió desvincularse de la serie que le proporcionó la popularidad, intenta aquí desmarcarse del registro que le ha convertido en un rostro familiar, sin conseguirlo. Habrá que esperar a futuras interpretaciones para comprobar si logra deshacerse del maldito portero.