Elegy

Aparte del buen oficio de Ben Kingsley -inolvidable su insufrible personaje en la interesante Sexy Beast- y Penélope Cruz, superviviente a ese ego con patas llamado Tom Cruise y que sigue esfrozándose por añadir a su carrera papeles de interés, Elegy también se nutre de secundarios de lujo como Dennis Hopper, quien asoma por ahí su jeta de perenne cachondeo para robarse todas las escenas en que participa, Peter Sarsgard o Patricia Clarkson.
Bien es cierto que Coixet tiene un estúpido sentido del humor y una carencia de gracia inigualables, que su modernez linda el ridículo y que logra provocar nuestra vergüenza ajena con sus patéticos spots sociatas, pero nadie podrá negarle su buen gusto a la hora de elegir repartos. Y aún hay más: la directora, en una jugada sorprendente, emite una tímida señal de inteligencia al dejar el guión de la cinta en manos de un profesional como Nicholas Meyer, veterano en esto del cine que en su día creó maravillas, auténticos clásicos del fantastique como Los pasajeros del Tiempo o Star Trek: La Ira de Khan. Sí, el mismo Nicholas Meyer, cuya colaboración es vital para que Elegy funcione y no sea, como anteriores títulos de la Coixet, otro peligroso somnífero facturado por la directora.