El terror pequeño...
¿Alguna vez habéis pisado una cucaracha? Seguro que sí,con todo vuestro peso y fuerzas, hasta que ha dejado de moverse. Es lo que se hace con ellas. Algunos hemos matado a tantas que merecemos recibir trato de genocidas. Pero lo hacemos no tanto por los problemas reales que nos pueden causar como por el miedo irracional que nos provocan, ese temor a que se acerquen a nosotros mientras dormimos y entren en contacto con nuestras dermis, o, lo que es peor, que accedan a nuestro organismo a través de alguno de los orificios corporales. Ese terror minúsculo que espoléa las profundidades de nuestros espíritus, convirtiéndonos en salvajes presos de la histeria durante el tiempo que dura el crimen. Parecerá absurdo, pero hay mucho de instinto de supervivencia en este acto por más que no lo identifiquemos como tal por parecernos la idea, a priori, absurda, porque ¿qué peligro puede suponer para nosotros ese insignificante insecto? Eso es lo que muchos no quieren reconocer por miedo a parecer estúpidos. Nadie desea tener cerca una plaga, así como sufrir la serie interminable de pequeños desastres que puedan causarnos. Es por eso que se inventó el control de plagas, el cual tiene el exterminio como principal finalidad y credo. Naturalmente, todos contamos con nuestro pequeño método de control personalizado para deshacernos de ciertas molestias, con la diferencia de que las víctimas son aquí nuestros congéneres, haciendo con total impunidad uso del mismo.En este instante me siento como ese huésped molesto al que no queremos en nuestras vidas y que hay que anular a cualquier precio. El hecho de que las cucarachas sobrevivieran a las bombas de hidrógeno que destruyeron Hiroshima y Nagashaki durante la II Guerra Mundial me hace albergar esperanzas, pues quizá comparta con esta especie la asombrosa capacidad de sobrevivir a los caprichosos embates de la evolución. Desgraciadamente también es cierto que suscito en el resto de la gente el mismo miedo primitivo que las cucarachas, independientemente de su tamaño, siguen despertando en todos nosotros.
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