Pupilas posadas sobre un prostíbulo (y 2)
Es comprensible que todos esos salidos inviertan su tiempo libre recreándose con unos cuerpos casi perfectos, imposibles de obviar, tan carnales. Por su parte, ellas entran en el juego exhibiéndose sin pudor, a sabiendas de que existe una clientela potencial pendiente de sus evoluciones, haciendo del patio trasero del prostíbulo una improvisada pasarela sobre la que dejarse recorrer por esas miradas anónimas, susceptibles de convertirse fácilmente en moneda;una manera como cualquier otra de ampliar la cartera de clientes.
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