Pupilas posadas sobre un prostíbulo
La ventana de mi dormitorio sólo me ofrece la extraña postal de un enorme patio interior repleto de miradas ocultas, de voyeurs ociosos de todas las edades sin nada mejor que hacer que alimentar sus libidos con la visión,siempre excitante, que las chicas del prostíbulo de abajo ofrecen, tan escasamente vestidas, tan ligeras de ropa. Si te asomas al exterior no es difícil encontrar a alguien mirándolas. La hora del día es lo de menos; siempre hay ojos acechando, tantos que casi te sientes observado indirectamente.
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