¿Truco o infanta?

los blogs son el futuro. Otra vez.
-Por Dios -dijo Rick, gesticulando vanamente con las manos vacías-. Querría tener un animal; estoy tratando de comprar uno. Pero con mi salario, con lo que gana un funcionario municipal...-y pensó: si tan sólo volviera a tener suerte en mi trabajo, como hace dos años, cuando capturé cuatro andrillos en un mes... Si en ese momento hubiera sabido que Groucho iba a morir... Pero eso había sido antes del tétanos, antes de ese trozo de alambre puntiagudo de cinco centímetros en el fardo de heno. -Podría comprar un gato -sugirió Barbour-. Los gatos no son caros. Consulte su catálogo de Sidney.Rick respondió tranquilamente: -No quiero un animal doméstico. Quiero lo que tenía al comienzo, un animal grande. Una oveja, y si tengo dinero una vaca, un buey, o como usted, un caballo -con la bonificación correspondiente al retiro de cinco andrillos alcanzaría, pensó. Mil dólares por cabeza, aparte del salario. Así podría encontrar en alguna parte lo que deseo. Incluso si la mención del Animales y Aves de Sidney estuviera en bastardilla. Cinco mil dólares. Pero antes, los cinco andrillos deberían llegar a la Tierra desde alguno de los planetas-colonia. No puedo controlar eso, se dijo; no puedo hacer que los cinco vengan. Y aun si pudiera, hay otros cazadores de bonificaciones pertenecientes a otras agencias policiales de todo el mundo. Los andrillos deberían establecerse específicamente en California del Norte, y el decano de los cazadores de de bonificaciones de zona, Dave Holden, debería morir o retirarse... -Compre un grillo -propuso ingeniosamente Barbour-. O una rata. Por veinticinco dólares puede comprar una rata adulta. Rick respondió:-Su yegua podría morir sin aviso previo, como Groucho. Cuando vuelva a su casa del trabajo, esta noche, podría encontrarla echada con las patas al aire, como un bicho. Como lo que usted ha dicho: un grillo -se alejó con la llave de su vehículo en la mano. -No quería ofenderlo -dijo nerviosamente Barbour.En silencio, Rick Deckard abrió la puerta de su coche aéreo. No tenía nada más que decir a su vecino. Su mente estaba fija en su trabajo, en el día que le aguardaba. |