martes, agosto 02, 2016

Unas líneas sobre STRANGER THINGS

Stranger Things (The Duffer Brothers, 2015) ha logrado ponerme en un punto intermedio entre el aplauso y el mohín de desaprobación. La serie contiene una importante suma de ingredientes que suelen entusiasmarme, cuenta con un magnífico reparto en el que se adivinan futuras estrellas -amén de recuperar a esa musa eterna que es Winona Ryder-, y logra no perder un ápice de interés durante el transcurso de ocho episodios que se devoran de un modo casi preocupante. Pero a pesar de sus no pocas virtudes y las horas de entretenimiento que ofrece, también tuve en más de un momento la sensación de encontrarme ante un producto no tan especial como algunos están afirmando y sin el cual, sinceramente, también habríamos seguido respirando sin problemas. Como tantos otros, a decir verdad.
Aun entendiendo el propósito de sus creadores -evocar una época merced a un remix masivo que bebe de innumerables fuentes-, su desaforado afán homenajeador, tan obvio y desprovisto de la menor delicadeza en ciertos momentos, logra ubicar la serie en el siempre discutible territorio de la fotocopia. Quizá sea ese, y solo ese, el único problema de Stranger Things, aunque no pierdo de vista que esto, finalmente, también dependerá de cada espectador y su respectivo grado de exigencia. Y admito que no sé en qué punto está el mío tras, a pesar de mis remilgos, haber disfrutado, sí, de tanta originalidad ausente.

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sábado, julio 05, 2014

LLEVO UNA UZI AL CINE (Y 3)

Saber cómo entretener al respetable con un film de duración más que generosa es una habilidad al alcance de unos pocos privilegiados. Muy, muy pocos, en realidad. Lamento no poder incluir en tan selecto club al insigne Quentin Tarantino, siempre hablando de futuros proyectos y subrayando cada una de sus palabras con esa gestualidad maniaca de sus manos. Se ruega a sus admiradores que mantengan la calma, que no desempolven las antorchas todavía, pues reconozco la valía inconmensurable de este icono cinematográfico, especialmente cuando, con el homenaje como pretexto, se apropia sin rubor de materiales ajenos, a menudo desconocidos por el gran público. Asimismo me fascina su destreza inigualable para dilatar situaciones y diálogos hasta la extenuación, convirtiendo sus trabajos en culebrones que oscilan entre el destello aislado de genialidad y el relleno que inexplicablemente sobrevive a la sala de montaje, donde Tarantino parece sentirse algo incómodo. De todos modos, ¿quién necesita a este sobrevalorado señor cuando aún podemos disfrutar del cine de Martin Scorsese? A sus más de 71 años, el titán italoamericano ha vuelto a sorprendernos al lanzar un misil como The Wolf of Wall Street (2013), que no aporta absolutamente nada a su sobresaliente carrera, pero sí es la prueba de que una película puede subir como la espuma durante tres horas de auténtica jarana.
Publicado en Scifiworld #71.

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lunes, mayo 27, 2013

¿Alguien ha visto "Iron Sky" entera?

Yo lo intenté ayer noche y me rendí tras visionar apenas veinte minutos. Supongo que ya no estoy dispuesto a perder el tiempo con cualquier tipo de subproductos. También es muy posible que esté haciéndome mayor, quién sabe. Lo que es muy seguro es que me resultó imposible conectar con el humor de la película, aunque admito que tampoco puse mucho de mi parte. Para qué. Y eso que lo de colocar a los nazis en la cara oculta de la luna resultaba a priori de lo más prometedor.

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